El Mito De La Creación Del Algarrobo
Escrito por Lic. Marta Juarez
Y era entonces que Nilataj, eterno principio de la vida plena, de vida verdadera, ya había creado el armazón del mundo, había comenzado en principio creando una espacio activo, la Tierra y los vientos de los cuatro costado se habían encargado de extender por el mundo. Y sucedió que un día, los Dueños del Fuego, que eran unos seres irascibles, coléricos, por una venganza provocaron un incendio lanzando un gran fuego que vino del norte, y el mundo fue destruido y fue tan terrible la destrucción que la Luna, que entonces era un hombre que caminaba en la Tierra, se escapó al cielo trepando un quebracho.
Toda la vida, los animales, las plantas, los grandes árboles, todo fue cayendo bajo las bocanadas devastadoras de las llamas que los seres lanzaban con ímpetu con sus lenguas de fuego.
Y dicen que los hombres que por aquel entonces eran todavía mitad hombre, mitad animales, cuando vieron a lo lejos que el gran incendio se acercaba , presurosos cavaron un gran pozo en el corazón profundo y húmedo de la tierra y que allí se buscaron refugio en su intento de salvarse.
Allí se escondieron y aunque muchos murieron porque la tierra estaba muy caliente y otros escaparon y perseguidos por las llamas llegaron hasta el lugar donde comienzan los océanos y se terminan los bosques, allí vivieron y nunca sabían si era de día o era de noche, cuántos días o cuantos años pasaron, hasta que un día se hizo el silencio.
El gran incendio había terminado, entonces comenzaron a salir y vieron con sorpresa que algo definitivo les había ocurrido durante ese tiempo que permanecieron a oscuras. Su cuerpo, veían azorados, había cambiado, había desaparecido la parte animal y ahora eran completamente humanos.
Lentamente comenzaron a salir, temerosos asomaron primero la cabeza entonces vieron que el mundo era un gran desierto, densas humaredas negras se enseñoreaban, desparramadas por el viento sobre la planicie desolada. La destrucción se entronaba sobre la obra de Nilataj, ni una hierba, ni un animal ...
¡Nada quedaba, nada!, solo humo, silencio y soledad. Los Dueños del Fuego habían arrasado la Vida. Entonces, dicen que los hombres lloraron.Y tanto lloraron los hombres y había tanto dolor y tristeza en sus almas, que Tapiatsol, el dios bienhechor de los wichís se apiadó de ellos y decidió emprender la difícil tarea de reconstruir el mundo desvastado.
Para ello, comenzó a tocar su tambor, día y noche, noche y día tocaba y tocaba y no paraba ni un instante con su tam tam ... tam tam ... tam tam y mientras su música se extendía por el páramo asolado, lentamente el mundo se iba reconstruyendo. Y dicen que Tapiatsol, mientras tocaba su tambor estaba pensando:
_¿Qué es lo primero que debo crear para ellos, ... ¡les falta todo, nada ha quedado! _Así pensaba el dios bienhechor, apiadado de los hombres, y mientras pensaba comenzó a tocar su tambor sin parar hasta que preguntó a su Madre, La Tierra:
_¿Madre, qué cosa tuya, cuáles de tus hijos devuelvo a los hombres, uno que pueda proveerles de todo lo que necesiten para vivir ?_
“Alcé mi cabeza y contemplé el sol que mostraba su roja nariz en el naciente, y vi que hasta a mis pies se alzaban carros cargados de nubes inundando con grandes ojos de lluvias los valles, la montaña, entonces vi caer una semilla de algarrobo escondida entre los dientes del Zorro, y supe que esa era la respuesta”.
Dicen que entonces, Tapiatsol sacó de su hilú un puñado de semillas de algarrobo y los vientos de los cuatro costados las desparramaron por la llanura del Chaco y en ella comenzaron a brotar unas plantitas verdes, y eran fwajuk, algarrobos que fueron creciendo creciendo, hasta hacerse árboles inmensos, coposos, pródigo en frutos con forma de vainas amarillas, y ese fue y es y será en todos los tiempos, el árbol bienhechor, el más dadivoso de todos, por eso el es, el Gran Abuelo de la inmensa llanura chaqueña.
Fuente: Norte del Bermejo.
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