El Tordo
Pájaro de plumaje negro que vive en la mayor parte de nuestro territorio y países vecinos.
Una leyenda guaraní dice que para establecer su superioridad en el mundo, gavilanes y halcones mandados por el águila emprendieron terrible lucha contra cuervos y chimangos capitaneados por el carancho, y contando con la ayuda de los últimos vencieron los primeros y la derrota fue total para los vencidos.
El tordo se hallaba dentro de su casa cuando la misma fue quemada por los cuatro costados. A punto estuvo de perecer el tordo, y el color negro que posee le quedó desde entonces.
El cardenal se tiñó de sangre su copete. Y los cuatros fueron atados de a dos y remitidos prisioneros.
Cuando recuperaron su libertad, por costumbre siguieron marchando así.
El tordo es un ave que suele apropiarse de los nidos de las demás aves.
Así, tuve la oportunidad - nos narra Hipólito Marcial - de ver a un tordo que corrió a una parejita de horneros de su "hornito". Los pobres desalojados revoloteaban alrededor de la puerta de su nido, sin producir ningún efecto intimidatorio en el azabache usurpador.
De repente, ambos pajaritos bajaron al borde de la acequia, y sin tardanza comenzaron a juntar barro y al cabo de una media hora, habían enterrado vivo al tuco invasor, para luego formar su casa en otra rama del mismo nogal.
Una leyenda guaraní dice que para establecer su superioridad en el mundo, gavilanes y halcones mandados por el águila emprendieron terrible lucha contra cuervos y chimangos capitaneados por el carancho, y contando con la ayuda de los últimos vencieron los primeros y la derrota fue total para los vencidos.
El tordo se hallaba dentro de su casa cuando la misma fue quemada por los cuatro costados. A punto estuvo de perecer el tordo, y el color negro que posee le quedó desde entonces.
El cardenal se tiñó de sangre su copete. Y los cuatros fueron atados de a dos y remitidos prisioneros.
Cuando recuperaron su libertad, por costumbre siguieron marchando así.
El tordo es un ave que suele apropiarse de los nidos de las demás aves.
Así, tuve la oportunidad - nos narra Hipólito Marcial - de ver a un tordo que corrió a una parejita de horneros de su "hornito". Los pobres desalojados revoloteaban alrededor de la puerta de su nido, sin producir ningún efecto intimidatorio en el azabache usurpador.
De repente, ambos pajaritos bajaron al borde de la acequia, y sin tardanza comenzaron a juntar barro y al cabo de una media hora, habían enterrado vivo al tuco invasor, para luego formar su casa en otra rama del mismo nogal.
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