El Zupay
El Zupay o Supay está conformado por dos tradiciones que se unen: una de éllas arranca del Incario, donde fue reconocido como principio o genio del mal que reinaba en el Supaihuasín, inframundo situado en el centro ígneo de la Tierra.
Era la encarnación de los misterios selváticos y causante de los maleficios, pestes, inundaciones, sequías y todo cuanto hiere la imaginación y horroriza.
La otra vertiente fue la leyenda de origen oriental, que en la Edad Media el catolicismo convirtió en verdad militante y centro de innumerables especulaciones teológicas y los heresiarcas en puntal de complejas ceremonias y esotéricos cultos: el Diablo, Demonio, Lucifer, Luzbel o el Maligno, llamado en Argentina Malo o Malu.
Señor de las Tinieblas que corporiza el mito de la tentación, que a su vez causa la caída. Multiforme en su personificación, quizás por su mismo origen mestizo.
En nuestro territorio parece preferir la forma humana y especialmente la de un gaucho rico y apuesto que viste ropa fina y negra, con chiripá del mismo color, lleva puñal, espuelas y rebenque de plata y oro y monta un caballo retinto de largas crines y muy enjaezado.
Otras veces viste cueros de oveja, sombrero aludo y una especie de túnica granadina, como el Zupay de Copacabana, Santiago del Estero.
Se ha presentado también como un virtuoso payador que desafía a lo más afamados practicantes del género (aunque en más de una ocasión salió derrotado de la contienda), como un viejo filósofo de campo o un negro rotoso y hercúleo.
Suele presentarse asimismo con la forma de un animal conocido o más comúnmente como un híbrido de macho cabrío y hombre, con cuerno de chivatón, rostro de sátiro de larga pera y bigotes requemados, cuerpo muy velludo y piernas de chivo con impresionantes pezuñas y con una capa negra.
Con frecuencia se presenta también como un remolino y hasta como un árbol. Sus apariciones vienen precedidas por un ruido como de tiro o trueno y se dan en medio de una llamarada que impregna el aire con un penetrante olor a azufre.
Desaparece también entre una nube hedionda y amarillenta, tras cerrar el trato con el hombre dispuesto a darle su alma a cambio de riquezas, amores o habilidades.
Prefiere las noches de los martes y los viernes, que es cuando las almas y otros seres infernales salen a cometer fechorías.
Su templo es la Salamanca, gran cueva en la entraña de los cerros o subterránea en la que se dan cita las brujas y acuden otros iniciados en la práctica del maleficio.
Es que funciona allí la universidad de las Tinieblas, donde se enseña toda suerte de maña, destreza o habilidad y, sobre todo, el arte de dañar al prójimo y arrastrar su alma a la perdición.
Los animales del Zupay son los escuerzos, las víboras, los perros negros, los cerdos, los machos cabríos y las mulas. Sus cortesanas, las brujas, tanto viejas como jóvenes.
Bibliografía Adolfo Colombres: Seres sobrenaturales de la cultura popular argentina,
con dibujos de Ricardo Deambrosi. Edic. Del Sol, Bs. As., 1999.
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