Los Animales Y El Fuego
Recreación del folklore mataco por Miguel Ángel Palermo.
Extraído, con autorización del autor, del libro Los animales y el fuego (Buenos Aires, Centro Editor de América Latina, 1978. Colección Los Cuentos del Chiribitil).
Hace mucho tiempo los animales hablaban y hacían cosas de personas.
Pero no tenían fuego, y como no se habían inventado los fósforos los pobres tenían que comer su comida cruda, que mucho no les gustaba, y en invierno pasaban bastante frío.
El Jaguar en esos tiempos no tenía manchas, sino que era todo lisito, amarillo.
Un día que estaba tomando calorcito en una montaña alta, al Sol le dieron lástima los animales y lo llamó:
—¡Eh, Jaguar! Te voy a dar una cosa para que usen vos y los demás animales.
—¿Qué es? ¿Algo para comer? —dijo el Jaguar, que era bastante tragón.
—No, te voy a dar un poco de fuego. Hacé un atadito de ramas y pasto seco y levantalo, que yo te lo enciendo. Pero tenés que convidarle a todos, ¿eh?
—Síii —dijo el Jaguar.
Y preparó una antorcha, que el Sol prendió.
—Gracias, ahora les llevo a todos. Hasta pronto, Sol.
Y bajó de la montaña. Pero el Jaguar, no bien se alejó, dijo:
—¡Ja, ja! Ahora sí que voy a poder comer churrasquitos y asados y no todas esas porquerías crudas. Y en invierno no voy a pasar más frío. Y a los demás no les doy nada, porque al fin de cuentas la antorcha la preparé yo y me tomé el trabajo de bajarla.
Así que se fue a su casa, juntó ramas e hizo un lindo fuego, al que iba agregando a cada rato leña para que no se apagara nunca. Y comió asado y se acostó a dormir al calor del fogón.
Pero la Avispa, que era muy curiosa y siempre andaba escuchando las conversaciones de los demás, había oído lo que el Sol había dicho, así que se fue volando a avisar a los demás.
—¡No puede ser! —dijeron los otros—. ¡Nosotros también queremos fuego! Vamos a pedirle.
Entonces mandaron a la Lechuza, que sabía hablar muy bien, para que pidiera al Jaguar una brasita. Pero cuando la Lechuza empezó a hablar el Jaguar le gritó:
—¡NOOO! ¡El fuego es MÍOOO! —y pegó tales rugidos que la pobre Lechuza se asustó mucho y se escapó volando.
Entonces mandaron a la Vizcacha para ver si convencía al Jaguar. Pero no bien empezó a hablar el Jaguar se enojó; se puso a rugir y la sacó corriendo.
Entonces mandaron al Loro, que empezó a dar charla al Jaguar, de cualquier cosa, para ver si se ablandaba y le convidaba una brasita. Y habló tanto que el otro se quedó dormido, medio mareado de escucharlo hablar tanto.
Entonces el Loro dijo:
—Bueno, vamos a aprovechar y a sacar un poquito de fuego.
Pero no se le ocurrió nada mejor que agarrar una brasa con el pico, y se quemó la lengua. Pegó un grito y el Jaguar se despertó.
—¿Qué hacés? ¡Loro sinvergüenza! ¡Te voy a dar! —Y se abalanzó sobre el Loro, que se escapó volando.
Entonces los animales mandaron al Zorro, que era muy vivo. Cuando el Zorro llegó adonde estaba el Jaguar le dijo:
—¿Cómo le va, don Jaguar? —y empezó a charlar haciéndose el distraído.
—¡Basta de charlas, que ya me cansó el Loro! —le contestó el otro.
—¡Huy, cuánto trabajo tiene para mantener este fuego! ¿No quiere que lo ayude trayendo ramas?
Como el Jaguar era bastante vago le dijo que sí y el Zorro empezó a trajinar trayendo leña, amontonándola y echándola al fuego. El Jaguar empezó a amodorrarse mientras vigilaba por las dudas al Zorro. Entonces éste le dijo:
—El fuego se va a apagar si no acomodamos mejor la leña. Voy a usar un palo para acomodar las brasas.
Agarró un palo y empezó a revolver el fuego, hasta que la punta se encendió bien; vio de reojo que el Jaguar se distraía y bostezaba y salió corriendo con el palo encendido.
El Jaguar pegó un salto para atraparlo, pero el Zorro había dejado atravesados unos palos, así que el Jaguar tropezó, se cayó y se ensució la piel con los carbones.
El Zorro corrió tanto que el Jaguar no lo pudo alcanzar.
—¡Ahora sí que me embromó el Zorro este! ¡Me sacó fuego y encima me caí y me manché la piel, tan linda y lisita que la tenía!
Desde entonces todos tuvieron fuego para cocinar y calentarse en invierno y los jaguares tienen manchas negras y andan siempre de malhumor.
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