¿Mitos o Realidades?

Cosas "raras" que andan dando vuelta por el Mundo. Algunos creen, otros no ... Vos, ¿en que lado estás? mitosyrealidades@gmail.com

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miércoles, marzo 01, 2006

El Gualicho

Witch Cauldron
Decían los viejos tehuelches septentrionales que Walichú ó Háleksem había nacido en las tierras de Tandil, donde el accidentado terreno le servía de morada. Desde allí este espíritu maligno extendió su dominio por la Patagonia legendaria ...

Es fuerte. Nada escapa a su aguda vigilancia ni a su poder: -¡Roba niños!- y la angustia paraliza a las indias madres. -¡Asusta y petrifica a las mujeres!- y los guerreros saben que sus flechas son inútiles contra él ...

Aborígenes de distintas procedencias le han dado nombres diferentes: es gualichu para los quéchuas, huecué para los mapuches, halpén para los onas, ieblon para los indios del sur, o hálekasem para los tehuelches. Pero siempre esa palabra se dice con miedos ancestrales.

Quienes saben de estas cosas afirman que la malignidad de wualichú (o gualichú) tiene matices que van de la cruel crueldad destructora a la traviesa picardía. Quizás dependa de su humor del día, o de su aburrimiento, o del respeto que sus altares naturales despiertan en los viajeros ...

Lo cierto es que sus remolinos apagan los fogones, y que su aliento helado mata a los pajaritos refugiados en los matorrales, y que aúlla por las mesetas desoladas ... ¿Habrá alguien que pueda vencerlo? ...

El indio sabe desde tiempo inmemorial que es mejor apaciguar su espíritu levantisco con ofrendas. Por eso al recorrer la patagonia y cruzar por sus dominios paga el tributo obligado.
Si no, ¿cómo escapar su terrible mirada abarcadora?, ¿cómo pasar de largo y con fatal descuido por los sitios sagrados donde merodea, sin desatar sus iras?


En realidad, más que eludir hay que convocar y propiciar el espíritu poderoso. Y el camino del gualicho es transitado con respeto y silencios. Y al árbol del gualicho, -maldito, seco y solitario- al borde, de la senda que le ofrendan trapitos y bolsitas con llancas (piedras pequeñas) que obtienen rasgando los propios vestidos, matras y ponchos.


Así el árbol mítico florece un fantastico ropaje que ondula al viento, y el hombre pierde retazos de sus prendas ... ¡pero llegará salvo a destino! Y a las piedras del gualicho, tan alucinantes y extrañas en el paisaje, apaciguan con el precioso alimento del aceite, la sal o las hierbas.

La patagónia guarda celosamente el misterio, pero tiene sitios que lo revelan: la piedra del collón curá, la piedra de caviahue, la piedra Saltona de cajón chico, el meteorito de Kaper-Aike, el bajo del gualicho el cerro, Yanquenao, el cañadón de las pinturas, las cuevas de las manos.

Aquí y allá los espíritus acechan en los parajes solidarios y se mimetizan en los árboles secos, plantas sagradas, piedras, sendas, travesías ..., y hasta el viento interminable.