El Carau
El Caraû , el ave mitológico de la provincia de Corrientes, la que diò origen a a màs hermosa de las leyendas del noroeste argentino y que posteriormente fuera llevado a un tema musical, a la autèntica música correntina.
El Caraû es un ave que tiene un pico màs largo que la cabeza, comprimido literalmente, fuerte, las alas llegan a la mitad de su cola, que es de mediana extensión, el cuerpo elegante de gran tamaño y que habita en los bañados y arroyos del litoral.
Se alimenta de insectos, larvas, renacuajos, caracoles y hace su nido en los juncales que bordean los esteros, poniendo hasta siete huevos de campo blanco amarillento, manchados de castaño o lila.
Andan en casales, son sedentarios en donde encuentran alimentos. Si no se los persigue son mansos y emiten un grito fuerte y sordo, de ahì el nombre del Caraû.
Cuentàse, que Caraû era un buen hijo, muy casero, pero cierta vez que estando su madre enferma saliò en busca de remedios y diò con una casa donde habìa un baile; allì se entusiasmô olvidándose del motivo de su salida y cuando vinieron a avisarle que su madre habìa muerto, siguió bailando y bailando nomàs, luego de comentar: “Para llorar siempre hay tiempo”.
Cuando se cansò de danzar, volvió a su rancho, enterrò el cuerpo de su madre y saliò a llorarla por los montes y los esteros de la campiña correntina; de ahì su canto lastimero, que dice Caraû ... Caraû ... Caraû ...
Es el Caraû legendario, el eterno huérfano, antes hijo pròdigo, que un dìa por los placeres del baile olvidò a su madre enferma, y la perdiò para siempre, siendo convertido por Tupà, en un ave que vaga, siempre de luto, lamentando su muerte y repitiendo en grito:
Caraû ... Caraû ... Caraû ...
El Caraû es un ave que tiene un pico màs largo que la cabeza, comprimido literalmente, fuerte, las alas llegan a la mitad de su cola, que es de mediana extensión, el cuerpo elegante de gran tamaño y que habita en los bañados y arroyos del litoral.
Se alimenta de insectos, larvas, renacuajos, caracoles y hace su nido en los juncales que bordean los esteros, poniendo hasta siete huevos de campo blanco amarillento, manchados de castaño o lila.
Andan en casales, son sedentarios en donde encuentran alimentos. Si no se los persigue son mansos y emiten un grito fuerte y sordo, de ahì el nombre del Caraû.
Cuentàse, que Caraû era un buen hijo, muy casero, pero cierta vez que estando su madre enferma saliò en busca de remedios y diò con una casa donde habìa un baile; allì se entusiasmô olvidándose del motivo de su salida y cuando vinieron a avisarle que su madre habìa muerto, siguió bailando y bailando nomàs, luego de comentar: “Para llorar siempre hay tiempo”.
Cuando se cansò de danzar, volvió a su rancho, enterrò el cuerpo de su madre y saliò a llorarla por los montes y los esteros de la campiña correntina; de ahì su canto lastimero, que dice Caraû ... Caraû ... Caraû ...
Es el Caraû legendario, el eterno huérfano, antes hijo pròdigo, que un dìa por los placeres del baile olvidò a su madre enferma, y la perdiò para siempre, siendo convertido por Tupà, en un ave que vaga, siempre de luto, lamentando su muerte y repitiendo en grito:
Caraû ... Caraû ... Caraû ...
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