El Gaucho Lega
Del mismo modo que es inexplicable a la luz de la razón corriente, la actitud de la casta política que vive a espaldas de la dura realidad de sus representados, nadie puede decir qué secreto mecanismo dispara la devoción popular hacia personas que viven trasgrediendo las leyes, que son perseguidos, marginados, y sin embargo se constituyen en paladines de amplios sectores populares.
Los ejemplos cunden en todo el territorio nacional. Bazán Frías en Tucumán, Bairoletto en La Pampa, Mate Cosido en el Chaco, Antonio Gil en Corrientes, Juan Moreira en Buenos Aires, entre otros.
Como una demostración de su religiosidad, a veces negada, surgen espontáneamente en las conciencias colectivas estas devociones y también hacia personas que sí constituyeron un ejemplo durante su vida, como Ceferino Namuncurá, Deolinda Correa, Pancho Sierra., etc.
Olegario Álvarez, muerto el 2 de mayo de 1906 en un enfrentamiento con la policía de Corrientes, a la edad de 35 años, rápidamente se erigió en un referente espiritual de muchísimos correntinos, que le rinden culto en casi todo el territorio guaraní.
El santuario más importante está en la localidad de Saladas, lugar visitado el 2 de mayo y para la festividad de los fieles difuntos por mayor número de creyentes. Recibe su sepultura, ofrendas de velas, cintas rojas, flores del mismo color especialmente claveles, algunas placas de metal donde se perpetúa el agradecimiento por los “favores” recibidos, estolas con la inscripción O. A. bordada primorosamente.
Esta mezcla de supersticiones ancestrales con devociones religiosas implantadas por la conquista española, han creado en torno de la figura de Olegario Álvarez, el Gaucho Lega, un culto pagano de grandes dimensiones, que constituye un elemento de esperanza, alegría y valor para muchos integrantes del pueblo correntino.
En diversas localidades de la provincia mesopotámica se erigen pequeños santuarios, visitados en soledad por los devotos. Al de Saladas, le sigue un altar en la balnearia Empedrado, donde se afirma, se guarda o guardaba, como reliquia una falange de Olegario Álvarez, en el domicilio de la señora Claudelina Fernández.
Esta mujer que vivió en los primeros tramos el siglo XX, relataba extraordinarias experiencias vividas por el Gaucho Lega, dando detalles sobre todo de la trágica muerte del bandido. Recibía la obligada visita de los correntinos del interior provincial, cuando pasaban en tránsito por esa localidad. Esta sencilla gente otorgaba a la reliquia poderes sobrenaturales, y a la cuidadora, curaciones milagrosas.
La tumba pintada de rojo en Saladas, es el símbolo de su fe. Quien esto les relata, no visitó el lugar, pero recibió el valioso testimonio del artista plástico Menoldo Díaz de Presidencia Roque Sáenz Peña, quien presenció el imponente acto de fe, y la ornamentación toda de color rojo que ostenta el lugar. Este color, es típico en las devociones paganas de todo el nordeste, quizá porque Olegario Álvarez haya pertenecido al Partido Colorado de su tiempo.
En su vida, este gaucho común no realizó actos extraordinarios que justifiquen su privilegiado lugar en la valoración popular. Perteneció a una clase social marginada, activos militantes en política en su época (claro que como carne de cañón), lo que les valió muchas persecuciones, llevándolos al pillaje para sobrevivir.
Rápidamente ganaron el afecto de sus contemporáneos y compañeros de desgracias, tal vez porque reivindicaban su vasallaje a los señores feudales, en la actitud desafiante y libertaria de estos hombres de valor sin límites. Al respecto dice Carlos Dellepiane en su libro Olegario Álvarez. Un Santo correntino:
En los primeros años de este siglo merodeaba por los campos de la provincia de Corrientes gran número de gauchos alzados, huidos de la autoridad y guarecidos en los espesos montes y pantanosos esteros de los departamentos de Saladas, Concepción, San Roque y Mburucuyá. Las Lagunas del Iberá con sus vastos y accidentados terrenos fueron escondite propicio para quienes en Corrientes vivieron al margen de la ley.
Las vidas de estos oscuros personajes, alrededor de cuyas figuras se tejieron múltiples historias, no difiere mucho de la leyendas que acompañan a muchos de los santos religiosos, anclados en esta parte de América, a partir de 1500.
La actitud de los seguidores obedece quizá, a que eligen líderes naturales entres sus pares (los líderes políticos surgen por mecanismos menos aplaudibles), para canalizar su religiosidad natural, distinta a la doctrina impuesta, sin tantas complicaciones, acorde a su sencilla cosmovisión.
Los ejemplos cunden en todo el territorio nacional. Bazán Frías en Tucumán, Bairoletto en La Pampa, Mate Cosido en el Chaco, Antonio Gil en Corrientes, Juan Moreira en Buenos Aires, entre otros.
Como una demostración de su religiosidad, a veces negada, surgen espontáneamente en las conciencias colectivas estas devociones y también hacia personas que sí constituyeron un ejemplo durante su vida, como Ceferino Namuncurá, Deolinda Correa, Pancho Sierra., etc.
Olegario Álvarez, muerto el 2 de mayo de 1906 en un enfrentamiento con la policía de Corrientes, a la edad de 35 años, rápidamente se erigió en un referente espiritual de muchísimos correntinos, que le rinden culto en casi todo el territorio guaraní.
El santuario más importante está en la localidad de Saladas, lugar visitado el 2 de mayo y para la festividad de los fieles difuntos por mayor número de creyentes. Recibe su sepultura, ofrendas de velas, cintas rojas, flores del mismo color especialmente claveles, algunas placas de metal donde se perpetúa el agradecimiento por los “favores” recibidos, estolas con la inscripción O. A. bordada primorosamente.
Esta mezcla de supersticiones ancestrales con devociones religiosas implantadas por la conquista española, han creado en torno de la figura de Olegario Álvarez, el Gaucho Lega, un culto pagano de grandes dimensiones, que constituye un elemento de esperanza, alegría y valor para muchos integrantes del pueblo correntino.
En diversas localidades de la provincia mesopotámica se erigen pequeños santuarios, visitados en soledad por los devotos. Al de Saladas, le sigue un altar en la balnearia Empedrado, donde se afirma, se guarda o guardaba, como reliquia una falange de Olegario Álvarez, en el domicilio de la señora Claudelina Fernández.
Esta mujer que vivió en los primeros tramos el siglo XX, relataba extraordinarias experiencias vividas por el Gaucho Lega, dando detalles sobre todo de la trágica muerte del bandido. Recibía la obligada visita de los correntinos del interior provincial, cuando pasaban en tránsito por esa localidad. Esta sencilla gente otorgaba a la reliquia poderes sobrenaturales, y a la cuidadora, curaciones milagrosas.
La tumba pintada de rojo en Saladas, es el símbolo de su fe. Quien esto les relata, no visitó el lugar, pero recibió el valioso testimonio del artista plástico Menoldo Díaz de Presidencia Roque Sáenz Peña, quien presenció el imponente acto de fe, y la ornamentación toda de color rojo que ostenta el lugar. Este color, es típico en las devociones paganas de todo el nordeste, quizá porque Olegario Álvarez haya pertenecido al Partido Colorado de su tiempo.
En su vida, este gaucho común no realizó actos extraordinarios que justifiquen su privilegiado lugar en la valoración popular. Perteneció a una clase social marginada, activos militantes en política en su época (claro que como carne de cañón), lo que les valió muchas persecuciones, llevándolos al pillaje para sobrevivir.
Rápidamente ganaron el afecto de sus contemporáneos y compañeros de desgracias, tal vez porque reivindicaban su vasallaje a los señores feudales, en la actitud desafiante y libertaria de estos hombres de valor sin límites. Al respecto dice Carlos Dellepiane en su libro Olegario Álvarez. Un Santo correntino:
En los primeros años de este siglo merodeaba por los campos de la provincia de Corrientes gran número de gauchos alzados, huidos de la autoridad y guarecidos en los espesos montes y pantanosos esteros de los departamentos de Saladas, Concepción, San Roque y Mburucuyá. Las Lagunas del Iberá con sus vastos y accidentados terrenos fueron escondite propicio para quienes en Corrientes vivieron al margen de la ley.
Las vidas de estos oscuros personajes, alrededor de cuyas figuras se tejieron múltiples historias, no difiere mucho de la leyendas que acompañan a muchos de los santos religiosos, anclados en esta parte de América, a partir de 1500.
La actitud de los seguidores obedece quizá, a que eligen líderes naturales entres sus pares (los líderes políticos surgen por mecanismos menos aplaudibles), para canalizar su religiosidad natural, distinta a la doctrina impuesta, sin tantas complicaciones, acorde a su sencilla cosmovisión.
Por José Ramón Farias
2 Comments:
At mar jun 12, 05:20:00 p.m. 2007, Motita said…
oye apreté el monito ese del gaucho y me abrió una página de emoticonos para messenger, el tema es que andaba tranquilita viendo cosas en tu blog mientra dejaba cargando la paginita esa y casi me da un infarto cuando sale una voz masculina diciendome "hola" , parecía que estuviese acá mismo, fucking emote amarilla saludando con la manita, casi me manda al otro mundo :-S
je me había olvidado que tenía abiertos los parlantes
bye ;-)
At mié jun 13, 12:12:00 a.m. 2007, Anónimo said…
No pude evitar reirme imaginándome la situación ... jajaja. ¿Habrá sido el gaucho?.
Gracias por la visita, y volvé cuando lo desees. Saluditos.
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