¿Mitos o Realidades?

Cosas "raras" que andan dando vuelta por el Mundo. Algunos creen, otros no ... Vos, ¿en que lado estás? mitosyrealidades@gmail.com

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sábado, mayo 27, 2006

El Diluvio Y Las Leyendas

por Rebecca Conolly con Russell Grigg.
Ark
Publicado por primera vez en:
Revista Creation 23(1): 26-30 diciembre del 2000 a febrero del 2001

'Cuando la humanidad se estaba ahogando en el Diluvio, nadie pudo salvarse con excepción de Coxcox … y una mujer llamada Xochiquetzal, que se salvaron en una pequeña barca, la que arribó a la montaña llamada Colhuacan, donde tuvieron muchos hijos, … todos estos niños nacieron mudos, hasta que una paloma de un encumbrado árbol, les impartió lenguajes, pero como eran diferentes, no se entendían entre ellos.'

¿Será una versión mutilada del evento narrado en la Biblia sobre Noé y la Torre de Babel? Quizás. La historia proviene de los Aztecas de México, una de tantas leyendas de culturas geográficamente remotas y grandemente divergentes, que hablan de una inundación catastrófica.

La excavación de unas tablas en Irak, tienen registrados los mitos de la antigua Mesopotamia. Ellas hablan de una cultura Sumeria desaparecida, y de un rey llamado Gilgamesh. Él era conocido por su gran sabiduría y conocimiento. Gilgamesh relata la historia de un diluvio universal. Esta fue contada a él por Utnapishtim, un rey de una civilización anterior al Diluvio, y sobreviviente de la misma.

La historia relata que Ea, señor de las aguas y guardián del hombre, previno a Utnapishtim del diluvio por el cual los dioses planeaban exterminar a la humanidad. Ea le dijo a Utnapishtim, 'destruye tu casa para hacer una barcaza y poner dentro de ella, una semilla de toda criatura viviente. … Cada lado de la barcaza era de 60 m, construyendo un cuadrado'. Tenía 7 niveles.

El Diluvio en sí fue espeluznante, con furia desatada. Utnapishtim relató que 'el dios de la tormenta cambió la luz del día en oscuridad, cuando él aplastó la Tierra como una taza'. Una vez que la tempestad pasó, Utnapishtim 'miró la faz de la Tierra y todo estaba en silencio, toda la humanidad había regresado al barro. La superficie del mar se extendía totalmente plana, como un techo … por todos lados estaban los despojos del agua'.

Utnapishtim dejó ir una paloma la cual regresó, pues no halló lugar seco para reposar, y después una golondrina, con el mismo resultado. Finalmente, dejó ir un cuervo que nunca regresó. La barcaza descansó sobre lo alto de una montaña y Utnapishtim ofreció un sacrificio.

Los indios del Norte de América también tienen varias historias de diluvios. Una de ellas, los de la tribu Choctaw, nos dice como, hace mucho tiempo, el hombre vino a ser tan corrupto que el Gran Espíritu lo destruyó a través de un diluvio.

Sólo un hombre pudo salvarse, un profeta al que la gente despreciaba sus advertencias, y al que el Gran Espíritu dirigió para construir una balsa de troncos de sasafrás. Después de muchas semanas, un pequeño pájaro guió al profeta a una isla donde el Gran Espíritu cambió al pájaro en una bella mujer que vino a ser la esposa del profeta. Sus hijos repoblaron el mundo.

De la misma forma, existen muchas historias de un diluvio entre los aborígenes australianos. Una de ellas cuenta que, hace mucho tiempo, hubo una inundación que cubrió las montañas, por lo que muchos de los Nurrumbungutias, o espíritus de hombre y mujer, fueron ahogados. Otros, incluyendo a Pund-jil, fueron levantados por un remolino al cielo.

Cuando las aguas retrocedieron, y las montañas aparecieron de nuevo, y el mar regresó a su lugar, el hijo y la hija de Pund-jil' regresaron a la Tierra siendo el primer hombre y la primera mujer verdaderos que vivieron en el mundo actual'.

Los escolares Jesuitas fueron los primeros europeos en lograr el acceso al 'Libro de todo conocimiento', del tiempo antiguo Chino. Esta colección de 4,320 volúmenes, habla acerca de las repercusiones de la rebelión de la humanidad en contra de los dioses:

'La Tierra fue deshecha desde sus fundamentos. Los cielos se hundieron hacia el norte. El Sol, la Luna, y las estrellas, cambiaron su movimiento. La Tierra se cayó en pedazos y las aguas brotaron de sus fuentes violentamente inundando la Tierra'.

Otra historia, es la del folklore de Bahnars, una tribu primitiva de Cochin, China. Nos habla de cómo los ríos crecieron 'hasta que las aguas alcanzaron los cielos, y todo ser viviente pereció a excepción de dos, un hermano y una hermana, que fueron salvados en un enorme baúl. Ellos llevaron en el baúl una pareja de toda clase de animales …

Historias del Diluvio del continente africano son raras, pero una de Egipto, nos habla de un antiguo dios de la creación, Tem, quién ´fue responsable del diluvio primigenio, el cual cubrió la Tierra entera y destruyó toda la humanidad, a excepción de los que estaban en la barca con él'.

Los Incas del Perú también tienen una tradición sobre un diluvio. Ellos dicen que 'el agua subió arriba de las montañas más altas del mundo, por lo que pereció toda persona y todas las cosas creadas. Nada escapó a excepción de un hombre y una mujer, que flotaron en una caja sobre la faz del agua y fueron salvados'.

Las historias de las tribus Teutónicas de Escandinavia son vívidas y describen eventos terribles. La imaginación de estas leyendas enfatiza la magnitud del cataclismo.

Uno de estos relatos, refleja el caos del mundo cuando 'el poderoso lobo Fenrir se sacudió, haciendo temblar al mundo. El árbol antiguo de fresno Yggdrasil (considerado como el eje de la Tierra) fue sacudido desde sus raíces, hasta sus ramas más altas. Las montañas se derrumbaron o se partieron desde abajo hasta arriba …

Los hombres fueron forzados a apartarse de sus hogares y la raza humana fue erradicada de la superficie de la Tierra. El mismo mundo estaba empezando a perder su forma. Ya las estrellas estaban a la deriva y caían al vacío … Las flamas salían de las fisuras de las rocas; por todos lados se oía el silbido del vapor. Todas los seres vivientes, toda vida vegetal fue exterminada …

Y todos los ríos, todos los mares crecieron y se desbordaron. Por todos lados, las olas chocaban entre ellas. Ellas crecían y hervían cubriendo lentamente todas las cosas. La tierra se hundió en el mar …

Después, la tierra lentamente empezó a salir de las olas. Las montañas se levantaron … el hombre también reapareció … Escondidos en el tronco del fresno Yggdrasil … los ancestros de una raza humana futura habían escapado de la muerte.

Existen cerca de 500 leyendas de un diluvio universal. Muchas de ellas muestran similitudes extraordinarias, con muchos aspectos parecidos a los detalles bíblicos del Diluvio.

Tenemos algunas opciones para explicar esto. Quizá todas las personas de estas civilizaciones remotas tuvieron diferentes experiencias de diluvios que pudieran haber tenido todas estas características en común, en las que basaron sus historias. No obstante, la suposición más lógica y congruente en estas leyendas es que todas tengan sus raíces en la misma experiencia del Diluvio universal, registrada en Génesis.

¿Entonces por qué los escépticos rechazan el Diluvio hoy en día? La Biblia dice que las personas voluntariamente cierran su entendimiento: 'Estos ignoran voluntariamente, que en el tiempo antiguo fueron hechos por la palabra de Dios los cielos y también la Tierra, que proviene del agua y por el agua subsiste, por lo cuál el mundo de entonces pereció anegado de agua' (2 Pedro 3:5-6).

La Biblia también nos dice que viene otra catástrofe: 'Pero el día del Señor vendrá como ladrón en la noche; en el cuál los cielos pasarán con grande estruendo, y los elementos ardiendo serán deshechos, y la Tierra y las obras que en ella hay serán quemadas' (2 Pedro 3:10).

Demasiadas veces nos confiamos en la seguridad de otro amanecer. Confiamos vanidosamente del delicado balance que hace posible la vida en nuestro planeta. Las profecías y leyendas antiguas, corrupciones del verdadero recuento original, nos ayudan a recordar de nuestra vulnerabilidad ante Dios. Debemos postrarnos en nuestras rodillas humildemente de acuerdo con Sus propósitos.

Es lo único que realmente cuenta.

sábado, mayo 20, 2006

Los Animales Y El Fuego

Recreación del folklore mataco por Miguel Ángel Palermo.
Cat 9
Extraído, con autorización del autor, del libro Los animales y el fuego (Buenos Aires, Centro Editor de América Latina, 1978. Colección Los Cuentos del Chiribitil).

Hace mucho tiempo los animales hablaban y hacían cosas de personas.

Pero no tenían fuego, y como no se habían inventado los fósforos los pobres tenían que comer su comida cruda, que mucho no les gustaba, y en invierno pasaban bastante frío.

El Jaguar en esos tiempos no tenía manchas, sino que era todo lisito, amarillo.

Un día que estaba tomando calorcito en una montaña alta, al Sol le dieron lástima los animales y lo llamó:

—¡Eh, Jaguar! Te voy a dar una cosa para que usen vos y los demás animales.
—¿Qué es? ¿Algo para comer? —dijo el Jaguar, que era bastante tragón.


—No, te voy a dar un poco de fuego. Hacé un atadito de ramas y pasto seco y levantalo, que yo te lo enciendo. Pero tenés que convidarle a todos, ¿eh?
—Síii —dijo el Jaguar.


Y preparó una antorcha, que el Sol prendió.
—Gracias, ahora les llevo a todos. Hasta pronto, Sol.

Y bajó de la montaña. Pero el Jaguar, no bien se alejó, dijo:

—¡Ja, ja! Ahora sí que voy a poder comer churrasquitos y asados y no todas esas porquerías crudas. Y en invierno no voy a pasar más frío. Y a los demás no les doy nada, porque al fin de cuentas la antorcha la preparé yo y me tomé el trabajo de bajarla.

Así que se fue a su casa, juntó ramas e hizo un lindo fuego, al que iba agregando a cada rato leña para que no se apagara nunca. Y comió asado y se acostó a dormir al calor del fogón.

Pero la Avispa, que era muy curiosa y siempre andaba escuchando las conversaciones de los demás, había oído lo que el Sol había dicho, así que se fue volando a avisar a los demás.

—¡No puede ser! —dijeron los otros—. ¡Nosotros también queremos fuego! Vamos a pedirle.

Entonces mandaron a la Lechuza, que sabía hablar muy bien, para que pidiera al Jaguar una brasita. Pero cuando la Lechuza empezó a hablar el Jaguar le gritó:

—¡NOOO! ¡El fuego es MÍOOO! —y pegó tales rugidos que la pobre Lechuza se asustó mucho y se escapó volando.

Entonces mandaron a la Vizcacha para ver si convencía al Jaguar. Pero no bien empezó a hablar el Jaguar se enojó; se puso a rugir y la sacó corriendo.

Entonces mandaron al Loro, que empezó a dar charla al Jaguar, de cualquier cosa, para ver si se ablandaba y le convidaba una brasita. Y habló tanto que el otro se quedó dormido, medio mareado de escucharlo hablar tanto.

Entonces el Loro dijo:

—Bueno, vamos a aprovechar y a sacar un poquito de fuego.

Pero no se le ocurrió nada mejor que agarrar una brasa con el pico, y se quemó la lengua. Pegó un grito y el Jaguar se despertó.

—¿Qué hacés? ¡Loro sinvergüenza! ¡Te voy a dar! —Y se abalanzó sobre el Loro, que se escapó volando.

Entonces los animales mandaron al Zorro, que era muy vivo. Cuando el Zorro llegó adonde estaba el Jaguar le dijo:

—¿Cómo le va, don Jaguar? —y empezó a charlar haciéndose el distraído.
—¡Basta de charlas, que ya me cansó el Loro! —le contestó el otro.
—¡Huy, cuánto trabajo tiene para mantener este fuego! ¿No quiere que lo ayude trayendo ramas?


Como el Jaguar era bastante vago le dijo que sí y el Zorro empezó a trajinar trayendo leña, amontonándola y echándola al fuego. El Jaguar empezó a amodorrarse mientras vigilaba por las dudas al Zorro. Entonces éste le dijo:

—El fuego se va a apagar si no acomodamos mejor la leña. Voy a usar un palo para acomodar las brasas.

Agarró un palo y empezó a revolver el fuego, hasta que la punta se encendió bien; vio de reojo que el Jaguar se distraía y bostezaba y salió corriendo con el palo encendido.

El Jaguar pegó un salto para atraparlo, pero el Zorro había dejado atravesados unos palos, así que el Jaguar tropezó, se cayó y se ensució la piel con los carbones.

El Zorro corrió tanto que el Jaguar no lo pudo alcanzar.

—¡Ahora sí que me embromó el Zorro este! ¡Me sacó fuego y encima me caí y me manché la piel, tan linda y lisita que la tenía!

Desde entonces todos tuvieron fuego para cocinar y calentarse en invierno y los jaguares tienen manchas negras y andan siempre de malhumor.

lunes, mayo 15, 2006

La Atlántida

por Isabela Herranz
La búsqueda de la Atlántida ha constituido, y continúa siendo, un enorme desafío. Los supervivientes de este mítico continente han dejado huellas por todo el planeta. Pero, ¿qué sabemos con certeza sobre su historia y sociedad? ¿Y sobre su arquitectura y ciencia? ¿Es posible precisar dónde se encontraba, por qué desapareció y qué tipo de civilización poseía?

Cuando Platón describió la existencia de la Atlántida en sus diálogos Timeo y Critias, algunos autores clásicos, coetáneos de filósofo, comenzaron a interesarse por el mítico continente. Plutarco, Estrabón, Plinio el Viejo y Diodoro de Sicilia, entre otros, tratan este asunto en algunos de sus escritos.

Desde entonces, se han planteado infinidad de hipótesis para demostrar la existencia de un continente que, con el paso del tiempo, ha llegado a convertirse en arquetipo de una civilización ideal. La Atlántida siempre resuena en nuestros oídos como un viaje épico hacia el descubrimiento de nuestros orígenes. Su nombre continúa estimulando nuestra imaginación.

«La Atlántida está a nuestro alrededor», como ha sugerido el escritor inglés John Michell. No se trata de un mero recurso retórico. La presencia de numerosos restos arqueológicos y megalíticos ciclópeos en muchas zonas de la Tierra, levantados con orientaciones astronómicas muy precisas, supuestamente anteriores a la Edad de Piedra, sugieren que una civilización de grandes astrónomos e ingenieros precedió a la prehistoria humana. ¿Fueron erigidos por quienes sobrevivieron a un gran cataclismo o por sus descendientes?

A diferencia de otras civilizaciones extinguidas bien documentadas, como la maya, la micénica o la babilónica, sobre las que se ha podido reconstruir un lenguaje común, precisar lugares geográficos y trazar contactos específicos con culturas contemporáneas, en el caso de la Atlántida esto no ha sido posible. Así y todo, hay innumerables hebras deshilachadas que parecen proceder de una misma madeja, por muy enmarañada que esté.

¿Qué pensar, por ejemplo, de los mitos universales que preservaron el remoto conocimiento de la precesión de los equinoccios, un fenómeno astronómico supuestamente descubierto por Hiparco en el 127 a.C.? El hecho de que este ciclo se complete cada 26.000 años sugiere que los humanos habrían estado observando el cielo sistemáticamente durante milenios, según expusieron con todo detalle Giorgio de Santillana y Hertha von Dechend.

Los mapas preservados por marinos como Piri Reis, con la Antártida cartografiada sin hielo hace miles de años, confirman también que un conocimiento semejante sólo podía haber sido acumulado por una civilización marítima anterior a los cambios de nivel sufridos por el mar a finales de la última edad glaciar, hace unos 11.500 años.

Si bien no puede atribuírsela enteramente el mérito del gran interés popular en la Atlántida -pues lgnatius Donnelly causó más sensación con su obra Atlantis (1882)-, podría afirmarse que los escritos de Helena Petrovna Blavatsky (1831-1891) sobre el mundo atlante, supuestamente obtenidos a partir del estudio de las tradiciones ocultistas orientales y mediante comunicaciones con otros planos, influyeron poderosamente a toda la cohorte de videntes posteriores.

El «mapa» de la antigüedad de la Tierra y el esquema de la evolución humana mediante diversas «razas raíz», divididas en subrazas, resultan más que discutibles. Pero, a medida que van aflorando fósiles humanos, cada vez de mayor antigüedad, parecen ir confirmándose algunos de sus datos.

La humanidad actual sería la quinta raza, mientras que la cuarta correspondería a los atlantes: eran bastante altos, estaban divididos en dos sexos y su avanzada civilización habría dado origen a las conocidas por nosotros. Sin embargo, al igual que Lemuria, su sociedad fue destruida por diversos cataclismos. Según los teósofos, las razas sexta y séptima que nos seguirán serán de nuevo más etéreas.

¿Cómo obtuvo Blavatsky esta información? En su obra fundamental, La Doctrina Secreta, recogía extractos de uno de esos manuscritos, Las Estancias de Dzyan (Ed. Sirio), que Blavatsky afirmaba haber visto en un monasterio de los Himalayas.

Un discípulo suyo, W. Scott-Elliot, también recopiló mucha información por esa vía. En su libro, Historia de la Atlántida (1896), ofrecía fechas concretas de los diversos cataclismos que la destruyeron y aseguraba que había ocupado la mayor parte del actual océano Atlántico. Su cronología geológica resultaba ser absolutamente inviable, pero algunas de sus propuestas merecen consideración.

Según él, la Atlántida se extendía desde la actual Groenlandia hasta la mitad de la actual Sudamérica y durante su larga existencia estuvo habitada por subrazas (así llamadas para distinguirlas de las siete razas raíces, a su vez divididas en siete).

Los lemurianos habrían medido más de 3,5 metros de estatura y algunos de sus descendientes vivirían en algunas zonas del planeta, como Africa y Australia. Según esta fuente, los atlantes evolucionaron a partir de los lemurianos. Entre sus subrazas se contaban los primeros sernitas y mongoles, pero la principal subraza regente de la Atlántida habría sido la tolteca, que conquistó el continente. Antes de la destrucción final, un grupo de iniciados toltecas emigró a América y Egipto.

John A. West demostró que la erosión sufrida por la Esfinge de Giza no se debía al viento del desierto, sino a la acción de la lluvia. Tal hallazgo suponía datar la Esfinge en al menos 9.500 de antigüedad, en vez de 4.500 como se creía. Una obra de tal magnitud sólo pudo haberse construido con unos conocimientos arquitectónicos, astronómicos y matemáticos de una cultura muy anterior a la egipcia.

Algo semejante podría decirse de la arquitectura de Tiahuanaco, construida supuestamente por los toltecas que emigraron a América. Pero la cuestión de las razas atlantes propuestas por los teósofos no termina aquí.

El ariosofista Jörg Lanz von Liebenfels (1874-1954), uno de los que mayor influencia parece haber ejercido en la primitiva ideología del nacional-socialismo alemán, compartía las creencias de los teósofos sobre Lemuria y la Atlántida, pero fue más allá que ellos en relación con las razas y subrazas atlantes.

Según él, la octava estancia se refería a cómo los primeros lemurianos -andróginos- se dividieron en dos sexos y atrajeron el castigo divino al engendrar monstruos con otras especies, atractivas pero inferiores: «Tomaron animales hembras muy bellos, pero descendientes de otros que no tenían ni alma ni inteligencia. Engendraron monstruos, demonios malvados».

Según Von Liebenfels, la cuarta raza raíz atlante se había dividido en diversas subespecies puras y bestiales, correspondiéndose éstas con los primeros antropoides y los monos antropomórficos: «El error fatal de los descendientes de los antropoides (hombres-dioses), la quinta raza raíz de los arios -homo sapiens- habría sido mezclarse repetidamente con los descendientes de los monos (hombres-animales».

En relación con esto último, el investigador Nicholas Goodrick-Clarke señala en Las raíces ocultas del nazismo que «la consecuencia fue la creación de varias razas mixtas, que -según el protonazi Liebenfels- amenazaban la autoridad sagrada de los arios en todo el mundo». Las raíces de la eugenesia nazi se encuentran aquí, e ideas similares han persistido entre aquellos visionarios de la Atlántida que se han atrevido a hablar de sexo.

La perversión de las costumbres en la última etapa atlante no se limitó sólo a la práctica del bestialismo, sino también a la de la magia. Ésta terminó por minar su sociedad, según asegura, entre otros muchos, Daphine Vigers en Atlantis Rising (1952):

«Hace unos 10.000 años, los egoístas dirigentes de la Atlántida perdieron interés en el progreso científico y su respeto por el antiguo conocimiento desapareció. A medida que éstos dedicaban sus energías a peligrosas prácticas ocultas, la magia negra reemplazó gradualmente a la religión».

Diversos autores han afirmado que la causa del desastre final se debió precisamente a la práctica de la magia, pero otros lo han atribuido a su avanzada tecnología, la cual les habría permitido manejar poderosas energías cosmotelúricas que acabaron escapando a su control y provocaron un gran desequilibrio en la Naturaleza.

Según Scott-Elliot, la tercera raza atlante -los toltecas- eran gigantes. Medían 2,5 metros y vivían en la fabulosa Ciudad de las Puertas Doradas, una gran urbe circular con canales, la misma que el sacerdote egipcio Solón describió a Platón. Era muy similar a la Khorsabad amurallada del rey Sargón II, en Sumeria, que estaba enterrada bajo las arenas en tiempos del filósofo griego. También se parecía a la capital de los aztecas en México y a la de los incas en Perú, que Platón desconocía.

Era, según la descripción de este último, una ciudad circular con palacios, puertos y dársenas. Los recintos de tierra estaban amurallados y recubiertos de metales: el primero de bronce a modo de barniz, el segundo de estaño y la acrópolis de oricalco, un metal hoy desconocido que relumbraba como el fuego.

Esta ciudad tenía también numerosos templos dedicados a diversas deidades, muchos jardines, piscinas al aire libre, gimnasios, cuarteles y un hipódromo gigantesco cuyo circuito, de un estadio de l argo, discurría en círculos concéntricos. La parte de la Atlántida que daba al mar se describe como llena de acantilados, pero en la ciudad central había una campiña rodeada de montañas.

Este edificio ha sido descrito con bastante detalle por el visionario F. S. Oliver en su obra Caminante entre dos mundos (1952): tenía forma piramidal y en su interior había grandes cristales colgando del techo que creaban un efecto de luz especial. Una plataforma elevada de granito rojo ocupaba el centro del templo y poseía un gran bloque de cuarzo cuyos destellos no dañaban la vista, pero producían un fuego útil para las cremaciones y sacrificios.

Excepto por la citada ciudad, los atlantes no solían construir grandes urbes debido a su impacto medioambiental. Según expone Murry Hope en su obra Practical Atlantean Magic (1991), sus comunidades eran pequeñas y las casas construidas hace unos 12.000 años eran circulares. El psíquico Dale Walker, por su parte, indica que «construyeron grandes torres como faros cerca del mar ... Templos de gran belleza llenaban la Tierra.

En ellos, la combinación de luz, color, sonido, magnetismo y energías de pensamiento se canalizaban mediante cristales para hacer maravillas en el campo de la sanación». Este no es el único dato que aporta Walker sobre la forma en que los atlantes ejercían la medicina.

Sus informes van mucho más allá: «Cuando era preciso, los sacerdotes sanadores conectaban con las mentes de los pacientes para conseguir que las células del cuerpo se separaran, dejando al descubierto el órgano enfermo.

Las células a su alrededor se soltaban y forzaban al órgano hacia la superficie de l cuerpo, donde el sanador lo tomaba y lo introducía en una cámara de rejuvenecimiento. Las células rejuvenecían solas ... No había dolor ni sangre ni traumas».

Esta información no es la única capaz de despertar escepticismo respecto a lo que nos cuentan sobre la civilización atlante. Sin embargo, existen otras aportaciones mucho más interesantes, como la de Cayce, el vidente que nos ha dejado el mayor legado psíquico sobre la Atlántida.

martes, mayo 09, 2006

El Hombre De La Bolsa (No, El De Wall Street, No)

Afraid
Llamado así en Argentina y Uruguay, también se lo conoce como Hombre del Saco (España y México), Viejo del Costal (México) y Sacoman (en spanglish, zonas fronterizas de México).

Personaje de unos 50 años, de estatura normal y con ropas gastadas de color oscuro, encorvado y con una bolsa de arpillera a la espalda. Se lo utiliza para infundir miedo en los niños (con los mismos fines que el cuco).

Su origen se fundamentaba en la mala traza de algunos mendigos, pordioseros o trabajadores "golondrina" que por lo general, migrando hacia donde hay trabajo, llevan todas sus pertenencias en una bolsa, o personas sin hogar (homeless en USA).

Por lo general, tanto en Norteamérica como en Sudamérica estos vagabundos o "Linyeras" (sean pordioseros o trabajadores migratorios) viajan en los trenes de carga en forma clandestina. En Estados Unidos esto está prohibido, por lo que se les reprime y persigue, en cambio en la República Argentina pueden viajar de esa manera, merced a una Ley cuyo proyecto fue presentado por el diputado Crotto, causa por la cual también se los llama CROTOS.

La palabra Linyera no deriva, como muchos creen, del galicismo Lingerie (ropa interior) sino del dialecto piamontés lingér que significa hombre pobre.

Un personaje estrechamente emparentado con éste es el CUCO, o COCO cuya función es asustar a los chicos en relación a una conducta determinada. Son seres oscuros e imperceptibles que actúan únicamente en la más profunda espesura de la noche. Sus víctimas predilectas son los niños y las mujeres, a quienes agarra con fuerza de la ropa.

Es utilizado por las madres como amenaza si no se duermen, se niegan a comer, desobedecen las órdenes de los mayores, exploran lugares marcados como prohibidos, se entregan a vicios solitarios o andan fuera de casa a deshora (especialmente después de medianoche). Las acciones más temidas por parte del Cuco son dos: devorar al niño travieso (te comerá ...) o llevárselo a un lugar muy lejano, del que no se da retorno (te llevará).

Tiene un papel muy importante en las canciones de cuna (nanas). La más antigua que se conozca se remonta al siglo XVII, y se encuentra en una obra dramática, el Auto de los desposorios de la Virgen de Juan Caxés. Dice así:

Ea, niña de mis ojos, duerma y sosiegue, que a la fe venga el coco si no se duerme
(cit. en Masera 1994: 205).


La versión más conocida es:
Duérmete niño, duérmete ya, que viene el cuco y te comerá. (también "te llevará")


Como escribe Chema Gutiérrez, parece ser que fue el mejor referente para padres sin imaginación a la hora de echar mano de figuras para asustar a los niños, ya que no debía ser muy difícil encontrar algún hombre con un saco al hombro e inventarse fabulosas historias sobre lo que metía dentro.

En la actualidad, y gracias a la difusión que tuvo en los medios la creencia de que todos los ingenieros trabajan de taxista, no falta el mito de que el vagabundo que anda por la calle con la barba crecida, la ropa sucia y el cartón de vino, fue con anterioridad un exitoso profesional que enloqueció agobiado por la hiperinflación.

Otra figura utilizada con fines similares al hombre de la bolsa y el cuco es el Miquilo, duende pequeño que aparece por las siestas, en el verano, para asustar a los niños que andan por las fincas o en el campo. Generalmente se lo describe llevando poncho y un gran sombrero negro, con una mano de fierro y la otra de lana.

Numerosos testimonios de La Rioja refieren que se aparece a los hombres y les pregunta con cual mano quieren que les pegue. Si se elige la de lana, como generalmente sucede, se siente un golpe fuerte, y suave cuando se elige la de hierro.
Con la colaboración del Dr. Joaquín A. Barrio,
del Centrode Informaciones Documentarias de la Fundación Médica deBahía Blanca.
Fuente: Diccionario de Mitos y Leyendas -